jueves, 29 de marzo de 2018

A Real Nightmare || Capítulo 13

CAPÍTULO 13


Seis meses después, Mateo hacía footing una mañana de domingo, como cada día.




Estaba dando una vuelta al barrio cuando vio a Ainhoa frente a su casa y cómo se paraba un cochazo en su puerta.




La chica, cuando vio el coche, comenzó a sonreír y saludó al piloto antes de subirse. ¿Quién era?




Mateo tenía curiosidad por saber quién sería la conquista de esa arpía, pero prefería seguir con el ejercicio y ponerse a estudiar para las oposiciones en cuanto llegara a casa.




Tras una larga hora, ya estaba de vuelta y bastante agotado.




En cuanto entró, vio a su hermano y a Fina jugando al billar.
-          ¡Bienvenido deportista!-gritó Juan-.




Mateo se acercó a ambos para saludar.
-          Muy buenas. ¿Echando una partida?
-          Sí, mi amor,-dijo Fina dándole un beso-. Y le voy a pegar una paliza.
-          Di eso otra vez y te llevo detenida jajaja,-dijo simpático Juan-.




Era el turno de Fina y pasó por delante de su novio que olía fatal.
-          Cariño, ve a pegarte una ducha que hueles a perro.
-          Ya voy, que luego quiero ponerme a estudiar.




Juan había conseguido aprobar las oposiciones y entró en el cuerpo de policía. Pidió que el destino fuera allí y así poder seguir viviendo con su hermano. Pese a ser novato, apuntaba maneras para ser un buen policía.




Ahora le tocaba tirar a Juan que, tan competitivo como siempre, no quería dejarse ganar.
-          Vamos cuñado, que es para hoy, ¿eh?
-          No me metas prisa Fina. Que sino tardo más.
-          ¡Vamos! ¡Vamos!-dijo riendo ella-.




Por su parte, Fina seguía en la empresa de teleoperadora y el hecho de comenzar a salir con Mateo le provocó que comenzara a mejorar su confianza consigo misma, lo que acarreó una considerable mejora en sus ventas. Pero aun así, para Ainhoa nunca era suficiente. Tenía ganas de encontrar otro trabajo, pero de momento, su vocación de maestra tendría que esperar hasta que hubiera alguna plaza libre en la escuela de la ciudad.




En cuanto Mateo terminó de ducharse, fue a su dormitorio cruzando la nueva puerta que habían puesto para comunicar el baño con su habitación. Allí se cambió de ropa cuando recibió una llamada de Antonio.
-          Hola, dime Antonio. ¿Cómo? ¿Hoy mismo? ¡Qué alegría! Pero, ¿cómo es que no me han avisado antes? Ay Antonio, pues menudo sorpresón me has dado. Muchas gracias por todo.




Muy feliz, salió de su dormitorio y al llegar al salón, proclamó la noticia.
-          ¿Lo ves? Te he ganado de nuevo Juanito.
-          ¡Que no me llames Juanito! O te comenzaré a llamar Josefina.
-          Ni de coña.
-          Pues ya lo sabes.
-          ¡Chicos!-dijo Mateo-. Tengo que irme a buscar a alguien.
-          ¿A quién?-quisieron saber ambos-.
-          A nuestro padre.




Mateo esperaba nervioso en el hall de entrada cuando vio a su padre después de tanto tiempo. Habían hablado por teléfono y le había dicho lo de Juan y estaba al tanto, pero era la primera vez que lo veía después de tantos meses. Un increíble abrazo fue la respuesta a las plegarias del joven que creía haber perdido el afecto de su padre cuando lo llevó allí.
-          Siento haberte tratado de esa forma hijo. No era yo el que te lo decía, sino la droga.
-          Lo sé papá. Eras una persona enferma en ese momento.
-          Sí, y ahora vuelvo a ser yo. Marco ha vuelto.




Marco estaba mucho mejor, algo más delgado y con muy buen aspecto. Había dejado definitivamente la marihuana y durante todo ese tiempo no consumió. Tras mucha terapia, estaba completamente recuperado.
-          Tengo ganas de ver a tu hermano… Me parece increíble que tenga otro hijo, de verdad te lo digo. ¿Cómo es?
-          Es un chico genial papá. Está trabajando ya como policía y me ayuda con las cosas de la casa. Es un currante y un tío muy noble.
-          Qué ganas, qué ganas…




En cuanto aparcaron el coche, se dirigieron hacia la puerta.
-          ¡Bienvenido a casa, papá!




En cuanto entró, allí estaba Juan.
-          ¿Está ahí?-preguntó nervioso el muchacho-.
-          Sí, viene detrás. ¿Preparado?




Y cuando entró, Marco recorrió la habitación buscando a Juan y cuando lo vio, se quedó sin respiración. Era prácticamente una fotocopia suya de más joven.




Juan estaba al borde del llanto. Por primera vez, a sus 33 años, veía a su padre. Ese sentimiento de soledad que le había recorrido hasta ese momento, estaba desapareciendo…




Marco corrió hasta su hijo y ambos se fundieron en un cariñoso y fuerte abrazo.
-          No sabes cuánto te he echado de menos,-confesó su padre-.




Después del abrazo, Marco quería aclarar unas cosas.
-          Quiero que sepas que nunca supe de tu existencia hasta que tu hermano me lo contó. Si lo llego a saber, tal vez tu hermano no estaría aquí…
-          La vida tuvo que ser así y ahora estamos unidos los tres. Tengo un hermano maravilloso que se ha convertido en un gran pilar para mí en estos 6 meses y pico. Y ahora tengo un padre al que voy a querer más que a nadie.




Marco estaba a punto de llorar.
-          Pobre Mónica,-dijo triste Marco-, no merecía morir de esa forma. Era una gran mujer y todavía joven. La quise tanto… Pero tus abuelos me negaron su amor. ¿Qué fue de ellos?
-          Mi abuelo todavía vive, aunque está muy mayor y se le va la cabeza de vez en cuando.
-          ¿Te aceptaron?
-          Sí, sobre todo mi abuela, que fue la primera que lo hizo. A mi abuelo le costó más, pero al final ambos se volcaron conmigo en todos los aspectos.
-          Me alegro por los dos. Tu madre y tú os merecíais lo mejor.




Padre e hijo, por primera vez, hablaban en persona y tenían mucho que contarse.
-          Me gustaría ir a visitar a tu madre al cementerio. Ahora que me he recuperado, es lo de menos que puedo hacer.
-          Estaré encantado de llevarte uno de estos días. En cuanto pille un día libre nos vamos todos juntos.




Y tras esa charla, Marco se giró para ver dónde estaba su otro hijo. Al verlo en compañía de una chica, se sorprendió.
-          Papá, esta es mi novia. Fina, este es mi padre, Marco.
-          No sabía las ganas que tenía de conocerle, señor. Su hijo me ha hablado mucho de usted y yo sólo lo conocía de vista…
-          Por favor, puedes llamarme Marco.
-          Oh, está bien.




Sentándose frente a la tele, comenzaron a hablar entre todos.
-          Y bueno, ¿vives aquí con Mateo y Juan?-quiso saber Marco-.
-          No, yo vivo con mis padres en su casa. Como está cerca del trabajo, así no tengo que gastarme más en un alquiler.
-          Yo me estoy quedando en el que era tu dormitorio, pero ahora que has vuelto, tendré que buscarme alguna cosa,-comentó algo triste Juan-.
-          Bueno no, yo puedo buscarme alguna casita pequeña, así os dejo vuestro espacio a los tres.
-          De eso nada papá,-se negaba Juan-. Esta es tu casa y no vamos a dejarte en la estacada ahora.




Justo en ese momento, Mateo comenzó a sonreír sin motivo aparente. Los demás se quedaron callados y le preguntaron qué ocurría.
-          Se me acaba de ocurrir la mejor idea del mundo.




Montando en el coche, se fueron hasta el bloque donde había estado viviendo en su sueño. La mayoría de pisos estaban en alquiler, ya que su precio era bastante alto y la gente no tenía tanto poder adquisitivo. Pero el padre de Fina era agente inmobiliario y sabría buscar una solución al problema.
-          ¿Y si nos mudamos todos aquí?-preguntó feliz Mateo-.




CONTINUARÁ…

No hay comentarios:

Publicar un comentario