miércoles, 25 de octubre de 2017

Capítulo 27 de "Cero"

CAPÍTULO 27

Era la hora de comer y Naim seguía en Isla Paraíso. Entró en una hamburguesería y se comió la más grande que ofertaban, con patatas y bebida.


Mientras tanto, en el parque la hija de Scott y Bianca seguía patinando pero se hacía tarde…
-          Brenda cariño, deja de patinar que nos vamos a casa a comer.
-          Papi, estoy ya patinando bien porfi…
-          Mañana volvemos, venga hija.


Con mucha resignación, Brenda se quitó los patines y se puso los zapatos. La pequeña había sacado los ojos de su madre, pero el pelo y la forma de ser de su padre.


Los tres salieron juntos de la plaza camino a su casa pero antes de cruzar se pararon a mirar si pasaba algún coche. Justo Naim pasaba por ahí pero por desgracia ninguno vio al otro.


Naim venía de almorzar y se fue hacia una plaza más pequeña que había junto a la plaza grande.


Naim estaba muy pensativo. Necesitaba esclarecer su cabeza y las ideas de lo que estaba descubriendo. Si vivía en Rym City, ¿qué hacía él en esta isla si vivía supuestamente en la otra? Había muchas cosas sin resolver todavía.


Naim se sentó en un banco y se puso a pensar. Si tuvo aquí el accidente es porque tuvo que viajar hasta ahí por algún motivo, pero ¿cuál? Esa era la cuestión, que no sabía el por qué había tenido el accidente ahí. Si quería recordar algo de antes de tener el accidente tendría que seguir investigando.


Pero Naim no estaba solo. Había alguien que lo investigaba y lo seguía. ¿Quién era? ¿Sería el asesino de la maceta?


Naim quería aclarar las ideas y seguir descubriendo cosas así que se levantó y se puso en marcha.


Naim se puso a pasear mirando las calles y los lugares, por si algo le hacía recordar, pero nada de nada. Era frustrante querer recordar y no poder.


Pasó junto a una estación de bomberos y la miró como lo hizo con los demás pero algo le hizo pararse.


Se quedó mirando el coche de bomberos y volvió a cerrar los ojos y recordar olor a quemado, como cuando visualizó el lugar del accidente. ¿Por qué recordaba tanto fuego?


Tal vez recordaba el momento encerrado dentro del coche con las llamas alrededor, pero no estaba seguro. Pero de repente, su cara cambió y dibujó una pequeña sonrisa en su cara.


Automáticamente y como si supiera a dónde iba giró la calle y se encaminó hacia una cuesta. Se paró y miró hacia arriba.
-          Creo que es por aquí…


Subió la calle a paso ligero y vio que había un hombre un poco más arriba, así que lo llamó.
-          ¡Oiga! ¡Perdone!


Ese hombre se acercó a él y cuando le dio la mano lo primero que pensó Naim fue…
-          Buenas tardes. ¡Qué alto es usted!
-          Muchas gracias jejeje.


Naim quería preguntarle sobre aquello de lo que parecía haberse acordado.
-          Perdone que le moleste, pero es que soy nuevo aquí todavía estoy habituándome al lugar.
¿Conoce usted algún lugar que se haya quemado? Una casa, un solar…
-          ¿Por la zona? Uf, hay incendios cada día.
-          Ya, pero yo le digo hace unos 6 años o así.
-          Qué va…


El hombre no tenía ni idea.
-          Es que hace 6 años… Lo que podría hacer es irse a una biblioteca y mirar si hay periódicos de ese año, a ver si encuentra algo.
-          ¿Y por dónde queda?
-          Bajando esta calle gira hacia la izquierda y cruza la plaza grande. Ahí de frente verá la biblioteca.
-          Ah, pues muchas gracias y disculpe por las molestias.
-          ¡Una cosa! ¿Es usted miembro?
-          ¿Miembro?


El hombre quería saber algo de Naim.
-          Sí, que si tiene el carnet de la biblioteca.
-          Ah no…
-          Entonces me temo que no le dejarán buscar nada.
-          Joder, ¿no me lo podrían hacer hoy?
-          Imposible, eso tarda varios días.
-          Menuda mierda…


Naim no podría entrar en la biblioteca y, aunque frustrado, se sentía agradecido por el tiempo de aquel gran hombre.
-          Muchas gracias por su ayuda. Me ha servido de gran utilidad.
-          No hay de qué. Espero que encuentre lo que busca.


El hombre se alejó y Naim se quedó paseando sin ningún rumbo fijo hasta que se paró frente a una casa.
-          Esta casa me resulta familiar. Ay, si pudiera recordar de qué…


Naim no sabía que bajo esa casa, justo en la ladera de la montaña, se encontraba lo que estaba buscando: su casa, aquella que se quemó y que por eso recuerda tanto el fuego…


Naim se puso en camino para ir al puerto y volver a casa, pero su orientación era muy mala y al final se encontró perdido en una carretera sin salida.
-          Estupendo… ¿Y ahora qué? Al final perderé el ferry.


Por suerte, había varias casas por ahí y vio a una chiquilla por delante de una.
-          Perdona…


Naim se acercó a Brenda y le preguntó dónde estaba el puerto.
-          Perdona, ¿sabes dónde está el puerto? Soy nuevo aquí y… no tengo ni idea.
-          Mi papi me dice que no hable con desconocidos.
-          Y eso está muy bien pero es que si no me dices dónde está el puerto voy a perder el ferry.


Brenda se quedó callada y mirando hacia los lados comenzó a indicarle.
-          Mira, baja esta calle, gira hacia la izquierda y la primera calle a la derecha y ahí verás una señal que te indica donde está el puerto.
-          Muchísimas gracias pequeña. Si un día te vuelvo a ver te regalaré lo que quieras, te lo prometo.


Naim se dio la vuelta con una sonrisa. Le encantaban los críos.


A los cinco minutos, Brenda fue a buscar a Scott que estaba en la parte de atrás de la casa mirando el horizonte.
-          Papi, te estaba buscando.
-          Ah sí hija, dime, ¿qué es lo que quieres?
-          Que acabo de ver a uno que salía contigo en las fotos del libro que me enseñaste.
-          ¿Qué libro?
-          El que me enseñaste hace dos días papi.


Scott no sabía a lo que se refería su hija.
-          ¡Ah! ¿El anuario de la universidad?
-          Sí bueno, lo que sea. ¿No me enseñaste una foto con uno rubio?
-          Sí, mi amigo Naim.
-          Pues creo que lo acabo de ver.
-          No digas bobadas Brenda. Te he dicho un millón de veces que no se miente.
-          ¡Papá! No te miento, jo…


Naim acababa de encontrar el puerto. Miró el reloj y vio que le quedaban 10 minutos para salir.
-          Uf, justo a tiempo.


Scott volvió a sacar el anuario de la universidad y comenzó a enseñarle fotos a su hija.
-          ¿Es este al que has visto?
-          Sí papi, el mismo.
-          ¡¿Estás segura?!


Scott pasó las hojas hasta que encontró otra donde los dos salían más serios.
-          Papi, es el mismo. Me ha preguntado dónde estaba el puerto.
-          Gracias hija. Muac. Te quiero.


Scott corrió todo lo que pudo hasta llegar al puerto pero había llegado demasiado tarde…


Ahora que Scott tiene incidencias de que Naim vive, ¿qué hará?

CONTINUARÁ…

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