viernes, 1 de abril de 2022

Capítulo 22 || Mi Otro Yo

 Robb volvía a cruzar la puerta de vuelta a casa. En su corazón no cabía más gozo al haber podido ver a su primera hija después de tantos años, de ver cómo le iba la vida a su homólogo… De volver a esa normalidad tan loca y que muy pocos conocían.


 Pero detrás de Robb vinieron todos los demás en bloque.

- Bien, esta es la máquina que he inventado,-dijo Robb-. Cabemos de uno en uno, así que el viaje será individual, yo seré el primero y así os enseño de cómo funciona. Robb,-le dijo a su doble-, estate atento y quédate con el mecanismo, ¿vale?


 Como bien había dicho, Robb fue el primero y, tras él, vino su homólogo.

- Tío, esto es flipante. ¿Cómo coño has conseguido inventar algo así? Yo era y soy el científico, tú eras inversor de criptomonedas.

- Eso quedó muy atrás ya y… he de decir que el mundo científico tampoco se me da tan mal.

- Hombre, has inventado esto, mal no lo haces precisamente.


 Uno a uno, fueron llegando hasta que Pricia salió de la cápsula.

- Bien, ella era la última,-dijo Robb-. Ahora vamos a mi casa.

- Menudas caras van a poner,-dijo el otro Robb-.

- Ay, sobre eso, tengo una idea…


 Mientras tanto, en casa de Robb, su hijo Bob saludaba a su madre.

- Buenos días mamá. ¿Papá volvió?

- Hola hijo. No mi amor, hoy no ha dormido aquí.

- ¿Estará bien? Yo le prometí esperarlo, pero cuando se hizo de noche, tuve que volver.

- Tranquilo. Tu padre tiene muchas cosas de las que hablar y ponerse al día. ¿No te acuerdas que él tiene una hija allí?


 Bajando las escaleras, Meg saludó e hizo la misma pregunta que su hermano.

- ¿Se sabe algo de papá?

- No Meg,-contestó Bob-.

- Jo, yo estoy preocupada…

- No debéis, vuestro padre está bien, estoy segura de ello. Venga, sentaos que os voy a servir…


 Ambos hijos eran conocedores de la historia de su padre, pero era la primera vez en todos esos años que conseguía que la máquina funcionase y que se fuera, por lo que ante la novedad, Meg y Bob estaban asustados.


 Marge le quitaba hierro al asunto porque ella había vivido varias veces los viajes de Robb y uno en sus propias carnes.

- ¿Estará bien papá?-preguntó Meg-.

- Hija, tu padre está perfectamente. Han pasado muchos años desde que tuviera que romper la máquina hasta ahora, Bob no estaba ni concebido siquiera.

- Ya, pero ha pasado mucho tiempo y no sabemos nada de él…

- Volverá. Su casa, su vida y nosotros estamos aquí, no nos va a abandonar.


 En ese momento, Robb entró en la casa.

- ¿Quién ha dicho que os iba a abandonar?

- ¡Papá!-gritó Meg-.


 Levantándose rápidamente, la menor de sus hijos fue hasta su padre y lo abrazó con fuerza.

- Te echábamos mucho de menos. Creíamos que te había pasado algo…

- No Meg, estoy mejor que nunca.

- Has pasado la noche fuera papá,-dijo Bob interviniendo-.

- Pues ni siquiera he dormido jajaja.


 Cuando Meg se separó de su padre, fue Bob quien lo abrazó.

- Te estuve esperando ayer en el laboratorio…

- Lo siento, pero es que entre una cosa y otra… se me fue el santo al cielo.

- ¿Conseguiste contactar con Pricia?

- Mejor que eso. ¡Entra!


 En ese momento, la puerta volvió a abrirse y quien se dibujó debajo del umbral fue el otro Robb.

- Oh Marge, cuánto tiempo sin verte. Estás guapísima.

- ¡Madre mía Robb!


 Viendo por primera vez al otro Robb, Bob se le quedó mirando fijamente.

- Papá es… igual que tú.

- Vaya, este debe ser el famoso Bob,-dijo el otro Robb-. Encantado de conocerte.

- Qué fuerte papá,-comentó Meg-.

- Y tú la increíble Meg. Un gusto conoceros a los dos.

- Subamos,-comentó el otro Robb-. Tengo otra sorpresa que daros.


 Una vez que Marge, Bob y Meg se cambiaron de ropa, se sentaron en el sofá y, al momento, vieron subir por las escaleras a otra mujer igual que Marge, al otro Robb y a tres jóvenes más.

- Estas personas de aquí son muy importantes para mí aunque a dos de ellas las acabe de conocer prácticamente,-decía Robb-. Me hace muchísima ilusión que estéis todos reunidos hoy porque ha sido mi sueño desde que supe que Marge estaba embarazada de ti, Bob.


 Apartándose, Robb dejó a la vista a la otra familia.

- Hola a todos, yo soy Marge y, como me imagino que sabréis, yo estuve casada con vuestro padre antes del intercambio de Robb. Vuestro padre se vino este mundo que no era el suyo y el de aquí se vino conmigo. Por eso esta niña,-dijo señalando a Pricia-, es hija de vuestro padre y mía. Así que como técnicamente vuestra madre y yo somos iguales, se podría decir que es vuestra hermana de sangre.


 Bob y Meg se levantaron y se acercaron a Pricia. Bob era el más sorprendido y no paraba de mirar a ambas chicas alternativamente.

- Joder cómo os parecéis…-comentaba Bob-. Pero tú más mayor…

- Claro,-contestó Pricia-. Soy más 10 años más mayor que tú.


 El resto observaban más en segundo plano.

- Pues tú y mi hermano os parecéis también, ¿eh?-dijo Pricia-. ¿Verdad Colin?

- Sí, la verdad es que nos damos un aire.


 Mientras todos los demás charlaban y pasaban tiempo juntos, los dos Robb se marcharon hacia el laboratorio.

- Tenemos que arreglar el problema de las puertas,-dijo el Robb padre de Colin y Chris-. Si destruyen el viejo pub, adiós a vernos de nuevo.

- Lo sé, te lo quería comentar pero no encontraba el momento.

- Me lo he imaginado, así que… es hora de trabajar juntos y arreglarlo.

- ¿Y cómo lo vamos a hacer? ¿Comprar ese terreno?

- No, mucho mejor. Vamos a crear otra máquina como esta pero en mi mundo y las vamos a configurar para poder viajar entre mundos sin necesidad de ir al pasillo de las puertas.

- Joder, no se me había ocurrido… ¡Manos a la obra pues!


 Robb se puso a explicarle al otro cómo había inventado la máquina, le enseñó los papeles, la configuración… Se pasaron horas y horas juntos para empaparse y hacer juntos otra máquina igual a la que ya había.


 Ambos Robb iban alternativamente a los diferentes mundos, una vez para transportar material a la casa de Robb, que sería donde estaría la máquina nueva. Otras veces para revisar planos y estudiar cómo configurar las máquinas para poder viajar de forma segura entre los mundos.

- Si esto sale bien… Adiós al dichoso pasillo,-dijo uno de los Robb-.


 Poco a poco fueron trayendo todo lo necesario hacia la casa de Robb.

- Creo que tenemos todo lo que nos hace falta. Me parece flipante que aquí no existan los mismos materiales que allí,-dijo el Robb que había construido la máquina-.

- Eso es lo que más nos ha ralentizado, pero ahora sólo queda construir y configurarlo todo bien.


 El Robb que descubrió el multiverso también tenía vastos conocimientos sobre él, ya que había estudiado mucho durante su vida por si en algún momento volvía a tener la oportunidad de viajar a través del pasillo, así que le enseñaba a su homólogo cómo podrían configurar la nueva máquina para que todo fuese bien.


 Varios meses después, daban por finalizado el trabajo.

- Esto ya está,-dijo el Robb que había inventado la máquina-.

- Y yo acabo de terminar de configurarlo todo.


 Mirándose a los ojos, ambos Robb mantuvieron silencio durante unos momentos.

- Ahora sólo queda probarlo…-dijo uno de ellos-.


 Rápidamente, los dos Robb se abrazaron con fuerza.

- Seré yo quien lo pruebe,-se ofreció voluntario el Robb inventor de la máquina-.

- Ten mucho cuidado…

- Descuida, bicho malo nunca muere jajaja.

- ¡Espera! ¿Cómo sabré si ha funcionado?

- Pricia está en mi mundo visitando a sus hermanos, ¿no? Si todo va bien, la mando de vuelta.


 Dándose otro abrazo, Robb se introdujo en la máquina y, justo antes de darle a los botones, suspiró mirando al cielo.

- La suerte está echada,-dijo apretando el botón principal-.


 De repente, Robb desapareció frente a los ojos de su homólogo. ¡Eso era bueno! Ahora sólo quedaba esperar a Pricia…  


 Al cabo de una hora, todavía nadie había aparecido por allí y Robb comenzaba a impacientarse. ¿Y si Robb no había vuelto y la máquina no había funcionado? ¿Dónde estaría? ¿En qué lugar del multiverso? ¿Y si Pricia no podía volver?


 De repente, la máquina se encendió sola y comenzó a sonar y, de dentro de ella, surgió una guapísima Pricia. ¡Había funcionado!

- Qué fuerte, estoy aquí…-dijo la recién llegada-.

- ¿Eso significa que lo hemos conseguido? ¿Funciona?

- Totalmente papá. Me metí en la máquina del laboratorio y he aparecido aquí.


 Robb miraba a Pricia sintiendo un completo orgullo por su homólogo y por ella, quien había dejado atrás los posibles rencores y ahora tenía una relación estrecha con su verdadero padre y con sus otros hermanos.

- No sabes lo contento que estoy ahora…-dijo Robb comenzando a llorar de alegría-.


 Pricia abrazó a su padre y lo consoló mientras que ambos mantenían silencio, pero en sus interiores ambos sentían que eso era el comienzo de la unión definitiva de ambas familias, unidas por el multiverso y por el destino.


FIN


miércoles, 30 de marzo de 2022

Capítulo 21 || Mi Otro Yo

 Bob contempló la máquina que había creado su padre y se interesó por ella.

- ¿Cómo se supone que funciona?

- Cuando terminé la carrera, comencé a investigar y seguí estudiando todos los apuntes que tenía el otro Robb sobre la máquina del teletransporte que estaba creando.

- Pero eso ya lo hiciste, ¿no?

- Sí, y los cabrones de la NASA se lo llevaron, pero lo que no saben es que yo seguí investigando por mi cuenta.


 Mirando a su padre de cerca, Bob sonrió cómplice.

- ¿Y qué has descubierto?

- Creo que he conseguido mejorar la máquina del otro Robb.

- ¿Ya no harán falta las puertas?

- Sí, de momento sí.


 La expresión de Bob se entristeció un poco.

- Eh, quita esa cara. Si todo sale bien, la persona que se meta en la máquina aparecerá en el pasillo del multiverso y, una vez allí, podrá viajar a donde quiera.

- ¿Pero y si a donde quieres ir ya no hay puerta? ¿Y si la máquina se estropea y te quedas encerrado y no puedes volver?


 Robb abrazó con fuerza a su hijo.

- No te preocupes por mí Bob. Esto es el trabajo de mi vida y necesito probarlo y que funcione. Esta vez creo que sí lo hará.

- Ten mucho cuidado papá. Te esperaré aquí.


 Tras cambiarse de ropa, Bob vio cómo su padre se introducía en la máquina y comenzaba a teclear unos botones y, de repente, tras salir humo del interior del cubículo, Robb desapareció frente a sus ojos.


 Robb no podía ver nada a causa del humo pero, escuchando cómo la puerta se abría, salió sin saber muy bien si seguía en su laboratorio o en otro lugar.


 ¡Lo había conseguido! Tantos y tantos años después, volvía a estar en el mítico pasillo de las puertas.

- El esfuerzo ha valido la pena…


 Llenando de aire sus pulmones, Robb miró hacia la puerta que daba a su mundo natal y, tras abrirla, la cruzó con un pensamiento en la cabeza.

- ¿Cómo estarán todos? ¿Y mi pequeña Pricia?


 Cruzando la puerta, Robb se quedó bastante serio al ver que, en el baño donde aparecía, habían crecido hierbajos y no había luz.

- ¿Qué ha pasado aquí?


 Saliendo de aquel lugar, Robb pudo comprobar que ese bar había sido abandonado y ya era pasto de la naturaleza.

- Si hacen añicos este edificio, me temo que la puerta que comunica con el pasillo se pierda para siempre y, de nuevo, no volvamos a cruzar. ¡Mierda!


 Sin saber muy bien si todavía seguirían viviendo en esa casa, Robb llamó al timbre y esperó unos momentos mientras afinaba su oído y no escuchaba ruido alguno.


 De repente, una muchacha rubia abrió la puerta.

- Hola papá, ¿qué pasa? ¿Y ma…? Espera, tú no eres…

- Hola hija.


 Aquella chica era Pricia y, al escuchar el saludo de su padre abrió los ojos de par en par.

- Papá… eres tú… ¿Cómo has…?

- Con mucho esfuerzo, pero ya estoy aquí.


 Con lágrimas en sus ojos, la muchacha abrazó con fuerza a su padre.

- Papá, qué alegría me da verte. Cuántos años han pasado…

- Demasiados. Y no ha habido ni un día que no me haya acortado de ti. Siempre estabas presente y todo lo que he luchado ha sido para volver a verte. No fui el mejor padre del mundo cuando estaba aquí, pero…

- Me dejaste en buenas manos,-dijo Pricia cortando a Robb-. Ven, pasa.


 Ambos entraron en la casa y, al ver a su hija tan arreglada, Robb le hizo una pregunta.

- ¿Habías quedado?

- Sí, con mi novio, pero le diré de vernos más tarde.

- Cariño, no quiero molestarte.

- Papá, llevo años sin verte ni hablar contigo, mi novio puede esperar.


 La primera en preguntar fue Pricia.

- ¿Cómo has podido regresar? Papá… bueno, el otro Robb.

- Sí, es tu padre más que yo, por mucho que salieras de mí.

- Bueno… pues eso, que me contó que tuviste que romper la máquina para evitar que os persiguieran o algo así, ¿no?

- Sí, pero desde el punto y hora que la rompí, estudié e investigué para arreglarla.


 Y con mirada orgullosa, Robb confirmó que lo había hecho.

- Y así he hecho. Ahora ya no habrá problemas. ¿Y tú hija? ¿Qué ha sido de tu vida?

- Pues yo fui a la universidad, trabajo como científica en las instalaciones de papá y bueno, me caso dentro de cinco meses con mi novio.

- ¿Que te casas? Joder… Qué mayor…

- Claro papá.

- Sí, por supuesto. Es que la última vez que te vi eras tan niña…


 De repente, apareció por allí un muchacho.

- ¿No te ibas con tu novio, Pricia?

- Sí, pero le he dicho que iré un poco más tarde, que estoy hablando con mi padre.

- Ah bueno, ¿y mamá?

- No lo has entendido, este es mi padre, Colin.

- Espera, ¿qué?


 Robb se levantó y pudo ver a ese muchacho, que no era otro que el primer hijo en común de Robb y Marge.

- La última vez que te vi apenas te tenías en pie y mírate ahora,-comentó Robb-.

- Joder, qué fuerte Pricia, es igual a papá.

- Es que sigo siendo Robb, pero en otro mundo.

- Siempre me lo contaron, pero hasta ahora nunca me lo terminé de creer… Buah chaval.


 Pricia miraba a su hermano con sonrisa orgullosa.

- Me alegra que por fin os podáis conocer, por así decirlo.

- ¿Papá y mamá saben que ha vuelto tu padre?

- No, siguen de cena.

- Verás la cara que van a poner cuando lo vean aquí. ¡Van a flipar!


 En ese momento, otra persona intervino en la conversación.

- Quien va a flipar eres tú si no dejas de gritar. ¡Intento estudiar!

- Deja de estudiar tanto y ven para acá, mocosa,-dijo Colin-.


 Girándose, Robb descubrió que había otra muchacha allí.

- Papá, te presento a Christine, aunque todos la llamamos Chris,-dijo Pricia-.

- ¿Otra hija?-preguntó Robb-.

- ¿Qué es esto?-quiso saber Chris-. ¿Por qué me presentáis a papá como si lo acabase de conocer?

- Es que este es mi padre, Chris, no el tuyo. ¿Te acuerdas lo que te hemos contado muchas veces?

- ¿Pero era en serio?


 Todos se sentaron alrededor de la mesa en el pequeño saloncito y comenzaron a hablar, a ponerse al día, a contarse sus vidas…

- Tengo dos hijos, Bob y Meg,-decía Robb-. Son dos hermanos tuyos Pricia.

- Joder, tengo más hermanos… ¿Y los voy a poder conocer?

- Si la máquina y la puerta siguen en pie sí, por supuesto.


 Minutos después, Robb y Marge llegaron a casa.

- Ha sido una cena espectacular. Gracias por este aniversario tan increíble Robb.

- Nada es comparable con el amor que siento por ti, te quiero.

- Ay, a ver si los niños se han ido y podemos tener algo de intimidad…


 Al escuchar la puerta, Pricia fue la primera en levantarse.

- Olvida eso de tener intimidad,-dijo Robb entre risas-.

- Papá, mamá. Me alegro de que estéis por aquí. ¿Qué tal la cena?

- Fantástica,-contestó Marge-.

- Pues yo tengo un regalo de aniversario para vosotros. Papá ven…


 El Robb que tenía frente a Pricia avanzó hacia ella pero, de repente, el otro Robb también se levantó del sofá y fue hacia su hija.

- Pero, pero, pero… ¿Robb? ¿Eres tú?

- El mismo. Vaya, veo que a ti también te ha dejado la madre naturaleza con el pelo blanco.

- ¿En serio eres tú? ¿No es un sueño?


 Avanzando hacia un Robb en shock, el otro Robb pasó junto a su hija y abrazó a su homólogo.

- ¿Cómo es que estás aquí? ¿Has arreglado la máquina?

- ¿De qué manera si no iba a estar aquí?


 Completamente entusiasmado, Robb quiso saber cómo su doble había arreglado la máquina.

- El científico era y sigo siendo yo, ¿cómo has podido arreglarla sin todos esos conocimientos?

- Estudiando mucho. Me metí en la universidad, estuve investigando, inventando, creando… Y todo para reinventar tu máquina y, de paso, inventé el teletransporte.

- ¿En serio? ¿Pudiste hacerlo?


 El otro Robb apretó su puño e hizo un gesto de victoria.

- Por supuesto, ¿por quién me tomas? El problema es que la NASA se lo llevó pero bueno…

- ¿Y saben algo del multiverso?

- Ni pizca.

- Pues que siga así.

- Y hablando de eso, hay que arreglar un asuntillo.


 Extrañado, todos quisieron saber de qué se trataba.

- Mientras el viejo bar esté en pie, la puerta seguirá cumpliendo su función, así que… ¿queréis conocer a mi familia?

- ¿Puedo ir a ver a mis hermanos?-preguntó Pricia-.

- ¿Tus hermanos?-quiso saber Marge-.

- Sí, tengo dos hijos con mi Marge,-contestó Robb-. Así que… ¿quién se viene?


CONTINUARÁ…