martes, 30 de septiembre de 2014

Capítulo 18 de R.I.F.

¡Buenas a todos! Hoy estamos de vuelta otra vez para actualizar el blog y subir otro capítulo más de R.I.F. ¿Tenéis ganas de leerlo? ¡Pues vamos allá!

CAPÍTULO 18

Para terminar ese día, en casa se pusieron a ver la televisión después de la cena.


Stacy estaba cansada y se fue al dormitorio, entonces, al quedarse solos, Fernando quiso hablar con Hugh.
-        Hugh, muchísimas gracias por acogerme en vuestra casa. No sé cómo os lo voy a agradecer.
-        No tienes por qué darnos las gracias, si lo hemos hecho es porque lo queríamos.


Luego subieron juntos Hugh y Fernando a sus respectivos dormitorios. Como era costumbre, Hugh leía un poco antes de irse a dormir mientras que, a su lado, Stacy se arrimaba poco a poco.


Después de un rato ronroneando, Stacy consiguió captar la atención de Hugh.
-        ¿Está usted insinuándose señorita Ford? ¡Qué descaro! Voy a tener que aplicarle un castigo severo.
-        Sí, castígueme, soy muy mala…


Al margen de todo esto, Fernando ya descansaba en su cama y dormía plácidamente.


Un rato después, la pareja dormía y descansaba tranquilamente. Era precioso ver cómo una pareja podía ser tan bonita.


Dos días más tarde, las cosas iban de maravilla. En el trabajo habían contratado a Fernando como reponedor de pasillos en el supermercado.


Ayudaba en las tareas de la casa y no faltaba tiempo para divertirse todos juntos yendo al cine o al festival de verano.


Ese mismo día, Hugh se puso a investigar sobre el campamento militar al que le iban a mandar a Fernando. Buscando por internet, descubrió dónde estaba y el planing de actividades durante el verano.


Consiguió encontrar el número de teléfono y llamó.
-        Hola, buenos días, ¿campamento militar Hornet?
-        Sí, ¿qué desea?
-        Verá, hace tiempo apunté a mi hijo allí, pero resulta que ha caído enfermo y no va a poder acudir.
-        Oh, es una lástima. Hoy mismo ha empezado el campamento y nos íbamos a poner en contacto con usted. Sabe que el dinero no se puede devolver, ¿verdad?
-        Sí, pero qué le vamos a hacer. La salud es lo primero.
-        Bueno, pues espero que su hijo se recupere pronto. Buenos días.
-        Buenos días.


Fernando se vistió y bajó para irse al trabajo. Se despidió de la pareja que estaba coqueteando y se iba a ir cuando Hugh lo paró.


Hugh tenía la cara mucho más aliviada que antes.
-        ¿Tienes un momento Fernando?
-        Sí dime.
-        Mira, ya no tienes por qué preocuparte de nada. He hablado esta mañana con el campamento al que te iba a mandar tu padre y te he desapuntado.


Fernando no podía creérselo.
-        ¿Pero cómo lo has conseguido?
-        Fácil. Me hice pasar por tu padre y te quité. Lo malo es que cuando tu verdadero padre se entere de que el dinero no tiene devolución…
-        Jajaja, ¿no? Uhh, eso de que mi padre pierda dinero lo odia.


Entonces Fernando no lo pudo evitar y abrazó con fuerza a Hugh.


Cuando se fue, se acercó a Stacy, la agarró de la mano y se agachó. Sacó una caja de su bolsillo y habló.


La cara que había puesto Stacy era de inmensa felicidad por lo que iba a pasar a continuación.
-        Este momento quería que fuera íntimo, entre tú y yo. Llevamos saliendo varios años y me has hecho el hombre más feliz de toda mi vida. ¿Quieres casarte conmigo?


Stacy con lágrimas en los ojos levantó su mano.
-        Hugh Bernam, sí quiero casarme contigo.


Una vez que le había puesto el anillo, se abrazaron dándose pequeños besos en la boca.
-        Te amo, te amo Stacy.
-        Y yo a ti mi vida,  mi príncipe.


Mientras tanto, Alberto, el padre de Fernando, iba a la comisaría para denunciar la desaparición de su hijo. Ya dentro contó que fue a recogerlo al internado y se lo llevó a casa, pero luego por una pelea que tuvieron, el chico se fue y no apareció más.


Tras salir de comisaría, Alberto tenía la vista baja. ¿Le habría pasado algo a su hijo realmente? Ciertamente, estaba preocupado.


La investigación sobre la supuesta desaparición de Fernando llevó a que la policía fuera en busca del director del internado para corroborar lo que había dicho Alberto.
-        Hola, agente de policía Kurt. Disculpe que le moleste pero estoy investigando la desaparición de Fernando Rodríguez, ¿sabe quién es?
-        Sí, claro. Ha sido alumno mío este curso, ¿qué ha pasado?
-        Supuestamente, tras su padre recogerle de su internado, tuvieron una pelea y el joven se escapó.


Hugh no se lo podía creer, ¿eso le había contado a la policía el padre de Fernando? Pero tenía que improvisar sobre la marcha.
-        Oh, no sabía nada de esto.
-        Verá, me gustaría que me contara lo que sabe.
-        ¿Lo que se respecto a qué?
-        A lo ocurrido.


Hugh comenzó a actuar lo mejor que sabía.
-        Verá, yo me acabo de enterar de que Fernando ha desaparecido, no sé nada más.
-        ¿Usted ha mantenido relación con Alberto, el padre del desaparecido?
-        Sí, una vez. Cuando trajo al internado por primera vez a su hijo.
-        ¿Solamente?


Entonces, Hugh hizo como si se acordara de algo.
-        No sé si tendrá relación, pero… ¿Alberto se llama?
-        ¿El padre del desaparecido? Sí.
-        Pues Alberto no fue a recoger a su hijo cuando el curso terminó.
-        Explíquese.
-        Verá, todos los padres vinieron y se llevaron a sus respectivos hijos y se despidieron de nosotros menos Fernando, al que le dejé que llamara a su padre y este le dijo que cogiera un autobús y se fuera a su casa él solo.


El policía prestó más atención a lo que Hugh decía.
-        Entonces dejó el teléfono y directamente salió corriendo sin decirnos absolutamente nada.
-        ¿Cómo ha sabido entonces que su padre le dijo que se viniera solo?
-        Porque escuché la conversación. No se alejó lo suficiente como para que no pudiera escuchar la discusión.


El policía se relamía al haber descubierto nuevas pistas que apuntaban a Alberto como causante de la desaparición de su propio hijo.
-        ¿Hay alguna otra persona que pueda corroborar esta información que me acaba de contar?
-        Sí, estaba a mi lado la señorita Stacy, Stacy Ford.
-        ¿Sería usted tan amable de llamarla para que le tomemos declaración a los dos en comisaría?
-        Por supuesto, no hay ningún problema. Ahora mismo nos ha pillado preparando juntos la Planificación Anual del curso. Si me disculpa, puede entrar si lo desea.
-        No se preocupe, espero fuera.


Hugh se había ganado al policía y se lo había metido en el bolsillo. Luego, Stacy y él acompañaron al policía a comisaría a declarar. Luego, dicha declaración sería enviada por fax a Nueva York, donde se estaba llevando a cabo la investigación, ya que fue donde Alberto denunció la desaparición.


Salieron de allí y se fueron a casa. Más tarde, cuando Fernando llegó a casa se fueron al Festival de Verano a disfrutar un poco tirándose unos cuántos globos de agua.


Unos se burlaban de otros, se tiraban globos pero tenían mala puntería.


Stacy esquivaba muy bien los globos y el pobre Hugh no daba ni una.


Cogiendo un globo con fuerza, miró fijamente a Stacy.
-        Te vas a enterar…


Hugh tiró con tanta fuerza el globo que a Stacy no le dio tiempo de reaccionar y…


Le dio con tanta fuerza en el pecho que hizo que se callera al suelo.


Fernando miraba la situación mientras se reía y metía cizaña.
-        Uhhh, ¡métete con alguien de tu tamaño!-gritaba Fernando sin saber lo que había ocurrido esa tarde. ¿Se lo contarán o en cambio no le dirán nada?


CONTINUARÁ…

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